Las tonalidades que destacan en un jardín, junto con imprimir un carácter particular al espacio que ocupan, transmiten diversas sensaciones.
La armonía entre color, forma y textura, es uno de los fundamentos de un jardín armonioso e impactante.
Sepa cómo sacar el máximo de partido al color en su jardín.
Los verdes
· El verde es el anfitrión indiscutido, que acoge e invita a los demás colores del jardín… Sobre su infinita gama de tonalidades se aplican los manchones de color que aportan belleza y relajo en un jardín.
· Sin duda que la combinación de los distintos tonos de follajes es clave. Incluso, muchas veces, las hojas de algunas especies resultan más vistosas que las flores, con la ventaja adicional de que permanecen más tiempo en el jardín.
· Los colores del follaje reflejan la luz de diferente forma y producen impresiones distintas según el tono que se trate.
Los grises
· El gris proporciona armonía al unificar las diferentes tonalidades de colores y suavizar el impacto de los cálidos.
· Los fondos grises, son un buen telón de apoyo para resaltar colores fuertes, como naranjas, rojos, amarillos y azules fuertes.
· Un follaje gris ubicado contra un fondo color verde oscuro, no pasará inadvertido: lucirá y destacará mejor.
· Follaje gris: senecios, stachyslannatas, alhucema o lavándula vera (flores lila), trenium glauca y cineraria marítima (casi blancos), eleagnus reflexa (hojas verde-gris encima y blanco-plateado debajo).
Azules, celestes, lilas y morados
· El azul es un color escaso entre las flores.
· Combina muy bien con amarillos, naranjas, rojos, lilas y rosados, y se potencia junto al amarillo.
· Los tonos pastel de los lavandas y celestes azulados, entregan sensación de frescura y relajo y dan la impresión de «alejarse» del observador.
· Herbáceas con flores de tonalidades azules:
A principios de primavera: muscari, agatea, lupino (azul), delphinium (azul y celeste), nomeolvides (myosotis), jacinto (azul), iris holándica (morado), anémona (morada).
Desde mediados de primavera y verano: geranio (azul),
En verano: ageratum, campánula, centáurea, lobelia, nemophila.
A inicios de verano: aster (morado con centro amarillo), aquilegia.
Desde inicio de verano a inicio de otoño: petunia (azul), centáurea, clemátide (azul).
A mediados de verano: anchusa, campánula. verbena (celeste, morada y lila).
Desde fines de otoño a inicio de invierno: viola (azul), pensamiento (morado jaspeado).
· Arbustos y enredaderas con flores de tonalidades azules:
En primavera: cianoto (azul), diamelo (celeste), verónica (azul), lila (lila y morado), flor de la pluma (lila), aquilegia, salvia (azul), azalea (lila).
De primavera a otoño: plumbago (celeste).
De fines de primavera a verano: hortensia (azul), convolvulus, heliotropium.
En verano: suspiro (azul), hosta, lavándula (espliego).
De inicio del verano a inicio del otoño: echium azul (lengua de buey), cardo (eryngium).
De mediados a fines de verano: clemátide (azul).
Los rojos
· El rojo es enérgico, cálido y «se acerca» mucho al observador.
· Un macizo de color rojo, «acorta» ópticamente la distancia de un terreno excesivamente grande.
· Combina bien con el azul y el blanco, se vuelve monótono junto al rosado y vibra con el amarillo.
· Herbáceas con flores de tonalidades rojas:
En primavera: geum, salvia roja, azalea (roja).
En verano: malva (roja y rosada).
De mediados a finales de verano: gladiolo (rojo).
Entre verano y otoño: achira (roja).
De fines de invierno a inicios de verano: camelia (según la especie).
· Arbustos y enredaderas con flores o brácteas rojas:
En primavera: buganvilia (roja), jacinto (rojo).
De fines de primavera a inicios de verano: cotoneaster.
Fines de primavera a fines de otoño: bignonia (roja), hibisco (rojo).
De fines de verano a principios de otoño: fucsia.
De fines de verano a mediados de otoño: equinácea.
· Arbustos de hojas rojas en otoño-invierno:
Crytomeria japónica nana, acer japónico, berberis julianae, berberis thunbergii.
Rosados y fucsias
· El rosado luce magnífico tanto de cerca como de lejos en un jardín.
· Combine rosados pálidos con grises, blancos y azules, pero no los mezcle con rojos, pues armonizan poco y se verán opacados.
· Si se atreve a poner un toque de audacia en su jardín, combine rojos con fucsias: logrará una combinación atractiva y vistosa.
· Herbáceas con flores de tonos rosados y fucsia:
En primavera: rosa (rosadas y fucsia), anémona (fucsia), jacinto (rosado).
Desde primavera a comienzos de otoño: ageratum, junco (rosado), penstemon (fresa).
De fines de primavera a comienzos de verano: armeria, dafne (rosada).
En verano: verbena (rosada), malva (rosada), reina Luisa (rosada), amaranto (fucsia).
De mediados a finales de verano: gladiolos (rosados).
Entre verano y otoño: achira (fucsia), abelia.
· Arbustos y enredaderas de flores rosadas o fucsia:
En primavera: azalea (rosada y fucsia)
De mediados a finales de primavera: hortensia (rosada y fucsia),
corona del poeta (rosada), buganvilia (fucsia), fucsia, hortensia (rosada), laurel de flor (rosado), lila (rosada), clemátide montana (rosada).
De primavera a otoño: escalonia (rosada), fucsia.
De inicios a finales del verano: geranium (rosa pálido), espirea bumalda (rosada).
Los amarillos, naranjos y damascos
· La gama de los amarillos, si bien tiende a «reducir» las dimensiones del ambiente, atrae las miradas y transmite alegría y vitalidad.
· Se puede usar para desviar la atención y ocultar algún defecto presente en el jardín.
· Se destaca en combinación con azules y rojos, y produce buen contraste junto al rosado.
· Herbáceas con flores de tonalidades amarillas:
En primavera: alyssum (amarillo), jacinto (amarillo), iris (amarillo), zinnia (amarillo y naranja).
Desde primavera a otoño: caléndulas o chinas (amarillas y naranjas).
De inicios de verano a inicios de otoño: begonia (damasco).
En verano: aquilea, alstromeria, coreopsis, malva (amarilla), tajete o clavelón (amarillo y zapallo), amaranto (amarillo).
De mediados del verano a inicio del otoño: rudbekia,
De fines del verano a inicio del otoño: lilium (naranjo y amarillo).
Desde fines de otoño a inicio de invierno: viola (amarilla), pensamiento (amarillo)
· Arbustos y enredaderas con flores de tonalidades amarillas:
En primavera: lantana (naranja), abutilón, kerria japónica.
A fines de primavera: berberis, rosa trepadora «peace» (amarilla con bordes rosados).
De inicios a mediados de verano: retamo (amarillo), hipérico, granado de flor (damasco), quirrea japónica (amarillo).
De inicios de verano hasta otoño: calceolaria.
De mediados a fines de verano: hemerocallis (amarillo).
De fines de verano a mediados de otoño: brecina (rosa asalmonado), girasol.
De inicios de invierno en adelante: jazmín (amarillo)
Fines de invierno, principios de primavera: forsythia (amarillo), corcolén (perfumadas).
· Arbustos de hojas amarillas:
Ligustrina áurea, laurel de flor variegata (con manchas amarillas), euonymus verididi variegata (hojas con centro amarillo), boj (amarillo), brecina (hojas doradas en invierno), thuya (la punta de sus ramas es bronceada y dorada).
Los blancos
· El blanco combina bien con todos los tonos, es por esto que se le suele escoger como nexo entre los colores de plantas distintas. Se puede usar -sin temor- en terrenos grandes o pequeños.
· Herbáceas de flores blancas
A comienzos de primavera: paquerett (blanco).
En primavera: alyssum (blanco), verbena (blanca).
A fines de primavera: crisantemo, dafne (blanca).
En verano: malva (blanca), portulaca (blanca), reina Luisa (blanca), lobelia.
Principios de otoño: aster (blanco).
De fines de invierno a principios de primavera: azafrán (crocus).
· Arbustos y enredaderas de flores blancas:
En primavera: verónica (blanca), corona del poeta (blanca), copo de nieve, flor de la pluma (blanca), retamo (blanco), rododendro (blanco), choysia ternata (perfumadas), lila (blanca), cerezo péndulo (blanco), laurentina.
De mediados a finales de primavera: hortensia (blanca), laurel de flor (blanco).
De fines de primavera a inicio de verano: crataegus, jazmín de Siberia (perfumado).
Fines de primavera a otoño: bignonia (blanca), dimorfoteca blanca.
En verano: acanto, amapola (blanca), madreselva.
Tenga presente en el jardín
· Los tonos cálidos, como rojos, naranjas y amarillos, siempre son dominantes, atraen las miradas y se destacan sobre el resto. Ubicados al fondo del jardín, tenderán a «acortar» el espacio.
· Los colores fríos y los tonos pastel dan sensación de «lejanía». Si los agrupa al fondo del jardín, la vista se conducirá con más suavidad, generando una sensación de mayor amplitud del espacio. Por esto, si quiere acentuar las características de un jardín largo y angosto, ubique al fondo las especies de follaje pequeño y claro.
· No plante flores pequeñas al fondo del jardín, se perderán.
· En espacios reducidos plante especies de colores tenues y fríos, de la gama de los azules, grises y verdes.
· Los tonos pálidos lucen poco junto a los colores encendidos.
· Mezcle los colores pálidos entre sí. Si quiere apreciarlos en detalle, ubíquelos en los primeros planos del jardín.
· Si quiere resaltar un manchón, no mezcle colores diferentes en flores de una misma especie: escójalas todas de un mismo color.
· Agrupe los colores en manchones grandes, poniendo por lo menos 12 a 15 plantas de un mismo color: así destacarán mejor a la distancia.
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