Las plantas de características más sorprendentes suelen vivir alejadas de nuestros jardines; de otro modo, quizás ya no parecerían tan curiosas. Son llamadas comúnmente atrapamoscas y se alimentan de pequeños insectos.
De zonas más tropicales de América son originarias otras especies de comportamiento peculiar, como la sensitiva (Mimosa pudica), una herbácea emparentada con el conocido crespón, que reacciona al tocarla plegando sus hojas o incluso dejando caer momentáneamente secciones enteras de sus tallos. Si pensamos que vegetal es sinónimo muchas veces de «falto de movimiento», no deja de ser llamativa esta característica.
Pero sin ir más lejos, siempre encontraremos especies de aspecto o comportamiento singular en los patios y terrazas de nuestras casas, que, claro, alguna vez fueron también silvestres.
Atención a las flores
Si algo nos gustaría de nuestras plantas es que florecieran profusa y prolongadamente. Y, aunque ya estamos acostumbrados a que la mayoría lo haga durante períodos bien acotados, hay especies cuyas flores llegan al extremo de estar abiertas durante un solo día, como los hemerocallis y las tigridias. Claro que cada ejemplar produce varias flores. Lo ideal para ambas es cultivarlas en macizos para disfrutar durante más tiempo sus espectaculares inflorescencias.
El agave tarda años en florecer, y lo hace una única vez. Emite una enorme columna floral de varios metros de alto. Luego muere. Claro que en todo este tiempo, alrededor de la planta habrán ido apareciendo nuevos hijos que comenzarán nuevamente el ciclo.
La flor de la pluma presenta dos floraciones durante el año, bastante diferenciadas entre sí por su aspecto. La primera ocurre en primavera y cubre toda la planta, cuando todavía no aparecen las hojas. En verano esta enredadera vuelve a florecer, pero menos profusamente y en tonos más oscuros.
Aunque las plantas bulbosas (de papa) se caracterizan por su breve floración, hay especies como los amarylis (Hippeastrum), la flor de lis (Sprekelia) y algunas añañucas (Rodhophiala), todas de la familia Amarilidáceas, que si se las trasplanta cuando recién terminaron de florecer, pueden desarrollar nuevas flores en corto tiempo.
En el otro extremo, podemos encontrar flores que nunca pierden su color, por mucho tiempo que pase y aunque sean arrancadas. Claro que mueren en algún momento, pero mantienen un aspecto vívido. Se trata de la especie Helichrysum bracteatum, las conocidas siemprevivas.
Algunas especies como el dengue o Diego de noche (Mirabilis jalapa), y ciertas bromelias, sólo abren sus flores desde el atardecer hasta que brillan los primeros rayos del sol. Otras en cambio, permanecen abiertas siempre y cuando haya buena cantidad de luz, como el dedal de oro, la gazania y el suspiro. En algunos casos esto se explica porque los insectos que las polinizan salen a merodear durante las horas del día en que se abren sus flores.
Son comunes las formas y dimensiones simétricas en las flores. Pero los dibujos de algunas de ellas parecen además pensados por un geómetra. La próxima vez que vea gazanias y sparaxis, acérquese a mirar el centro de su corola si desea comprobarlo.
Si alguna floración se sale de lo común es la del ruscus (Ruscus aculeatus), herbácea conocida también como mosquita. Sus flores no son particularmente bonitas, pero llaman la atención porque brotan en medio de la cara superior de las hojas. En realidad se trata de tallos de la planta que han evolucionado tomando el aspecto de hojas.
El Diego de noche puede tener flores de colores diferentes en un mismo individuo. Otras especies aparentan la misma característica, aunque la realidad es otra. Por ejemplo, el diamelo posee flores azul oscuro que, sin deteriorarse, se vuelven blancas al marchitarse, pareciendo tener dos colores un mismo ejemplar. Igual sucede con la madreselva, cuyas flores van decolorándose al envejecer, variando desde un amarillo casi anaranjado hasta un tono más crema o incluso blanco marfil.
La higuera (Ficus carica) es un caso muy poco común entre las plantas bien conocidas por todos. No solamente ofrece dos tipos distintos de frutos que se cosechan en dos épocas diferentes: la breva y el higo. Estos, además, aparecen sin que se vea previamente la flor que les da origen. Ocurre que las inflorescencias se desarrollan en la pared interna de un receptáculo globoso que posteriormente constituye el mismo fruto.
Existe una planta cuya floración ocurre durante varios años en el mismo racimo floral de la temporada anterior, que por tanto no se debe arrancar. Se trata de la llamada clepia o flor de la cera (Hoya carnosa) que, a propósito, no florece a menos que se encuentre a la sombra. Es tan rara y espectacular que para muchos constituye una flor de culto.
Menos excepcionales, pero no por ello menos agradecidos, son los cardenales, herbáceas perennes que pueden estar en flor durante todo el año, en condiciones más o menos adversas. En realidad son ideales para quienes gustan de un jardín colorido temporada tras temporada.
Hojas irrepetibles
Las hojas son un capítulo aparte en cuanto a la diversidad del reino vegetal, aunque su forma quizás se repite más que la de las flores a través de las diferentes especies. No obstante, a veces encontramos diseños que difícilmente se encuentran repetidos. Sin alejarnos del jardín, podemos citar a modo de ejemplo las hojas de: espuela de galán o capuchina, tulipero, ginkgo, cineraria marítima y peperomia, entre muchos otras.
La clorofila presente en las hojas, resulta vital para la supervivencia de las plantas y explica su color verde. Sin embargo, podemos encontrar follajes rojos, como el del ciruelo de flor y la haya roja, o el gris del olivo de bohemia y la santolina. Esto no significa que carezcan de clorofila, sino que los pigmentos verdes están entremezclados con los de otro color.
Lo anterior se ve también en especies como el crotón, las begonias y el hipoestes, aunque los pigmentos en la hoja aparecen menos mezclados.
Hay hojas que sin ser de cactus presentan espinas, como las del seibo y el agave. Otras presentan un filo tan cortante como el de una cuchilla, como las de cola de zorro.
La hoja de la pita es prácticamente imposible de arrancar de la planta, tirándola con las manos. Esta resistencia la torna idónea para fabricar cuerdas y otros objetos, tal como se hace desde antaño en Chile.
Si bien es frecuente en árboles y arbustos caducifolios que las hojas aparezcan después que las flores, esto es menos común en herbáceas bulbosas (de papa). El fenómeno se denomina histerantia, y se da en especies como la llamada azucena de campo (Amarillis belladonna) o los Chlidanthus; de flores rosadas y amarillas respectivamente y en ambos casos muy fragantes.
Otras rarezas
Aunque quizá sorprendan a pocas personas, no deja de ser excepcional la capacidad de algunas plantas para prescindir del suelo. Esta característica se puede observar en especies exóticas como el muérdago o en otras originarias de Chile, y bastante presentes en los jardines, como el quintral y el cabello de ángel.
Intolerantes frente los trasplantes se muestran por lo general las coníferas: pinos, araucarias, thujas, cipreses, juníperos y otras especies. Por razones poco conocidas, estas plantas no deben cambiarse de lugar. Por tanto, al cultivarlas, se debe tratar de ubicarlas en un sitio definitivo para evitar su muerte prematura.
Más que raras, son verdaderamente de cuidado ciertas plantas bastante comunes en nuestros jardines, ya que poseen propiedades psicoactivas. Tal es el caso del floripondio, el suspiro y la amapola, de donde se extrae el opio.
No sólo los cactus y las suculentas se han adaptado para almacenar agua en sus tallos u hojas. Existen árboles que poseen esta misma propiedad, como el ombú y el palo borracho, cuyo tronco abultado los delata.
La dimorfoteca presenta dos tipos de semillas diferentes, factor que determina su nombre.
A veces miramos los eventos y fenómenos de la naturaleza con los ojos de la costumbre, de manera que no nos parecen suficientemente extraordinarios. Entre las plantas hay un grupo de especies cuya característica más diferenciada del resto quizás sea el hecho de que se comportan como semillas que vuelven otra vez a ser semillas. Es el caso de las cada día más cultivadas plantas de papa. La mayoría de ellas son de follaje caduco. Cuando éste desaparece, se repliegan bajo el suelo para volver a brotar la temporada siguiente, una y otra vez, durante años.
Detengámonos a observar y descubriremos las cosas más fantásticas que pueden suceder con nuestras plantas. La invitación está hecha y el tema es verdaderamente inagotable.
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