El lirio blanco o de Florencia, cuyo rizoma se emplea en perfumerías por su aroma semejante al de las violetas, es una planta herbácea cultivada en zonas con climas subtropicales y templados. Se desarrolla en varios países mediterráneos y se cultiva en jardinería. Prospera de mejor forma en lugares de sombra, junto a muros o cercas. Tiene raíces adventicias y muy fibrosas, que fijan las plantas al suelo.
El tallo es un rizoma perenne, de coloración grisácea, amarillenta y oscura. A través de él surge un penacho de hojas verdes glaucas, de dos o tres centímetros de espesor, alargados, finos y enteros, montados unas sobre otras en su base y libres en sus partes superiores.
Las flores del lirio son hermafroditas y generalmente se agrupan en una inflorescencia cimosa, denominada ripidio. Su pedúnculo floral se asoma de entre las hojas describiendo a determinada distancia de altura una línea en zigzag.
El color de sus flores puede ser azuladas, blancas o moradas y están formadas de seis partes o petaloides, tres de ellas mirando hacia abajo y las restantes tres erguidas. Los pétalos se ensanchan hacia su parte central y luego decrecen y caen graciosamente, con suaves ondulaciones en sus bordes, que van a terminar en punta.
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