El conjunto paisajístico que adquirió renombre mundial como «jardín francés» surge en una época bien específica: a mediados del siglo XVII, bajo el reinado de Luis XIV, el llamado Rey Sol, quien encarga el diseño de varios de estos monumentales jardines para mostrar su gran poder y riqueza, y representar el pensamiento cartesiano que imperaba entonces en las matemáticas y la filosofía.
Hoy, varios siglos después, los principales exponentes del jardín francés: Vaux le Vicomte (1656-1661), Chantilly (1663-1700) y Versailles (1661-1685), todavía muestran en todo su esplendor una naturaleza dominada por el hombre, espacios donde reina la obsesión por la geometría, las proporciones, lo simétrico y de acabado perfecto.
¿Cuáles son los principios del «jardín francés»?
En el jardín francés la escala es fundamental. Los creadores de sus conceptos y principios originales, plantaron jardines enormes, pero reservando en el conjunto espacios de dimensiones humanas.
La perspectiva se remite a un gran eje visual que se alarga o estrecha, haciendo siempre nítida su percepción, apuntando hacia el horizonte e insinuando la infinitud del jardín, su falta de límites.
En cuanto a la topografía, el jardín francés es esencialmente plano; no suele contener elementos a diferentes niveles de altura.
El agua es fundamental. Fluye y se muestra en canales, estanques, fuentes que permiten juegos de surtidores y ríos desviados de su curso que se incorporan de paso al jardín.
Otro elemento para rellenar la monumentalidad del jardín francés lo constituye el «parterre»: láminas de flores en lugar del césped, simulando alfombras vegetales de colorido intenso y lleno de contrastes.
La topiaria, o poda de árboles y arbustos es otro recurso característico. Estas plantas son talladas muy rigurosamente y constituyen una auténtica arquitectura vegetal. Sus formas remiten a motivos geométricos básicamente.
El sitio que ocupan muchos de los principales exponentes del jardín francés estuvo ocupado originalmente por bosques nativos, así que otro de sus elementos típicos lo constituyen las parcelas forestales surcadas por grandes avenidas con hileras simples o dobles de robles y tilos.
¿De dónde surgen sus formas del jardín francés?
El trazado general es geométrico y simétrico, de inspiración cartesiana. El ordenamiento del jardín a partir de un eje central, tiene su origen en la intención de mostrar el poder absoluto.
Los grandes estanques circulares y semicirculares garantizan el reflejo de la magnificencia de las construcciones aledañas. Sirven además para organizar el espacio y ampliar el recorrido virtual o visual, al disponer los espejos en posición paralela al eje.
Dado su origen cortesano, el jardín incluye espacios para las actividades sociales, los que están concebidos como imitación de un vacío en medio del bosque. En estos espacios hay un cambio de escala necesario, más próximo a la arquitectura, para crear una característica de intimidad, con emparrados en forma de bóveda y arbustos tallados como si fueran madrigueras.
La topiaria que dota de formas caprichosas a los árboles, y el parterre que extiende por doquier el constraste de colores de las flores de tallo corto y pétalos vistosos, expresan como concepto estético el amaneramiento y colorido de la corte francesa del siglo XVII.
¿Dónde aplicar este estilo?
Estamos ante un concepto de jardín concebido a escala monumental; el de Versailles por ejemplo tiene 200 hectáreas. Por tanto resulta una obra impracticable, en su integridad ni en sus principios, si sólo se dispone de espacios pequeños o medianos. Como suele decirse: «no intente ensayar esto en casa».
Claro que es posible diseñar un conjunto paisajístico de estilo francés, siempre que se cuente con una buena cantidad de hectáreas de terreno e incluso sin las pretensiones de grandeza del rey sol. O por último aplicar algunas técnicas para darle, al nuestro, por pequeño que sea, un aspecto «afrancesado».
Sea como fuere, lo cierto es que muchos de los conceptos del jardín francés están presentes aún hoy de una manera u otra, a escala doméstica y en los grandes espacios -sobre todo- públicos; en estos últimos se expresan más a menudo las formas simétricas, geométricas y equidistantes.
¿Cómo se logra el efecto del Jardín francés?
Ante todo, en el conjunto deben predominar y resaltar las líneas, dispuestas de forma geométrica, y que apunten hacia un eje central. Este eje puede dirigirse hacia la entrada de la casa o edificio. Al decir «líneas» debe entenderse como tales principalmente las avenidas, senderos y canales, las que señalan la disposición de los macizos y las que definen el perfil de los árboles podados.
Hay un uso ornamental de las estatuas, herencia que recogieron los jardineros franceses del jardín italiano -el cual a su vez tomó este elemento de la época romana. El estilo de las estatuas debe ser clásico, imitando las formas vivas; nunca modernista ni abstracto.
Una fuente de piedra tallada con formas simples y geométricas, sobre un espejo de agua, logra un efecto ad hoc al ambiente francés, lo mismo que el más sofisticado conjunto de surtidores.
La topiaria, o sea, los árboles y arbustos podados de manera geométrica, simulando cubos, muros o esferas.
Deben existir espacios que inviten a la convivencia social, que pueden constituirse con elementos simples como bancas a la sombra de los árboles. Los característicos del jardín francés son por cierto: robles, tilos, fresnos, álamos, hayas y cerezos.
Los parterres, que combinan césped y flores de pétalos vistosos también adoptan formas geométricas. Con éste como con los demás elementos del jardín francés, se trata de quitar toda apariencia natural a la naturaleza, todo vestigio de crecimiento silvestre.
También se deben dejar espacios amplios de puro césped, como explanadas o franjas verdes bien delimitadas.
Otro elemento aportado por el jardín francés son los pavos reales deambulando libres, así como las jaulas de pájaros exóticos.
¿Requiere de muchos cuidados el jardín Francés?
La obsesión por la forma, la armonía geométrica, el acabado perfecto, justifica todo el desvelo y esfuerzo que requiere la mantención del jardín: la poda meticulosa de los árboles, de modo que no pierdan su silueta; la limpieza de las fuentes y canales; el césped recortado como por peluquero; los parterres impecables.
En definitiva la mano del hombre permanentemente corrigiendo las «imperfecciones» de la naturaleza. Ni siquiera una hoja seca y caída. El francés, por lo demás, es un jardín concebido para que se muestre en todo su esplendor durante la primavera y el verano.
Los accesorios decorativos para el jardín Francés
Los accesorios decorativos propios del jardín francés son básicamente las fuentes, estatuas, bancas y grandes jarrones esculpidos a relieve, la glorieta u odeón. Todo de sabor muy clásico y aristocrático. Los elementos aquí son la piedra, el mármol, las maderas preciosas y el bronce. Es válido y coherente sobrecargar los espacios, siempre que se haga de modo armónico.
El punto de vista del hombre subordina la composición, crea un paisaje al gusto y alcance de su mirada, organiza y reordena el estado natural de los recursos de que dispone: los árboles, las piedras, el agua… en un afán de dominación, poderío y perfección interpretados cual ejercicios matemáticos.
Todos los elementos del jardín francés están escindidos, a propósito, de la energía de la naturaleza: recortados, combinados, caprichosamente rearmados. Todos, si bien en una perfeccionista armonía, permanecen inertes en la elegancia de rígidos cálculos.
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