Saber cómo y cuándo recolectar semillas es todo un reto que vale la pena aprender. Como señalaba en un post anterior, te hablo desde mi propia experiencia; tenía un poco de temor… me animé y hoy colecto semillas y cultivo mis propios almácigos.
Precisamente en ese post marcaba algunas diferencias entre plantas desde las que es muy sencillo obtener semillas (caso de los pimientos y tomates por ejemplo) y otras donde no es tan evidente, como el caso de las lechugas, a las que creí oportuno dedicar un post especial en el día de hoy.
¿Desde dónde se parte?
La premisa es muy simple y contundente: si no tienes una lechuga plantada no podrás sacar semillas. No es como el caso del pimiento, donde las semillas se ven claramente, en función que la parte que aprovechamos en este caso son las hojas.
¿Qué debes hacer para cultivar las lechugas?
Cuando tienes unas cuantas lechugas plantadas, debes elegir una a la que dejarás crecer, crecer y crecer hasta que se una parte central se espigará (cosa que habitualmente se corta cuando cultivas lechugas para las que quieres desarrollo foliar, ya que lo que se consume es la hoja). En la parte de arriba de esa espiga le salen las flores y de ahí provendrá la semilla que necesitas.
¿Cuándo retirarla?
Debe ser sacada cuando está seca. Para ello te enseño un truco (no inventado por mi, vale confesar…): si se seca demasiado la espiga que las contiene, son vulnerables a que el viento se las lleve. Lo mejor es poner un cucurucho de cartón en forma de embudo al revés atado debajo de las flores. De este modo, espontáneamente y van cayendo a medida que estén en su punto exacto.
De este modo recogerás semillas en abundancia, ya que una sola lechuga es capaz de producir más de mil semillas, de modo que no te preocupes si se pierden algunas porque aún te alcanzarán.
Te aconsejo comprar un sobre en que escribirás de qué es la semilla y la fecha en que las has colectado. Luego podrás sembrarlas y se repetirá el ciclo dejando una sola planta para volver a colectar semillas.
No es imposible, y no necesitas disponer de mucho espacio en tu hogar para cultivar tus propias lechugas. A pesar del intenso frío de estos días, estamos a poco tiempo de dar la bienvenida a la próxima primavera y celebrando eso, es que he pensado en proponerte varias opciones de cultivo, para que vayas pensando cuál vas a elegir.
Comienzo por la siembra de lechuga a partir de semillas.
¿Por dónde empezar?
Adquirir semillas de calidad. Esto es imprescindible; a mi me ha pasado más de una vez, realizar la siembra correctamente, dejar pasar los días y… ¡nada!. Eso se debe a semillas inoperantes, por lo que insisto: comprar buena semilla parece un tema menor pero es la clave del éxito.
¿Cómo plantar lechugas en bandejas?
Elige una bandeja larga y con cierta profundidad, digamos 1 mt de largo por 20 cms de ancho y otros 20 de profundidad. Si bien esas medidas no son tan importantes como para que descartes alguna por no ajustarse exactamente, la higiene de la misma sí es fundamental. Debes lavarla (en lo posible con algún desinfectante como lejía) enjuagarla y secarla bien. Colocas en ella tierra para macetas o para almácigos de uso múltiple; llenas hasta dejar unos 5 cm del borde.
Con cualquier objeto realizas unos pequeños hoyos presionando hacia abajo (apenas a unos 2 cms aproximadamente), dejando entre ellos unos 8 cm de distancia.
Coloca dos a tres semillas en cada hoyo, partiendo de la base que no todas germinarán (esto es normal). Acto seguido una vez que hayas hecho la siembra harás unos movimientos suaves con tu mano para cubrir con tierra ligera con mucha suavidad para romper las semillas. Luego rocías apenas como fina lluvia un poco más del la tierra para macetas.
Por último, vas a darle un poco de agua, con cuidado, en lo posible con suaves gotas ya que las semillas de lechuga son pequeñas y no queremos desplazarlas.
Puedes ubicar esta bandeja tanto en ventanas como en balcones soleados; verás que en poco tiempo disfrutarás de lechugas frescas y deliciosas.
Es posible que alguien te haya desalentado a intentarlo, pero lo cierto es que es perfectamente posible. Si bien es verdad que es inoperante si pretendes tener una gran producción, si tan sólo deseas tener tus lechugas para consumo propio, o para tener algunas muy frescas para ensaladas especiales, no dejes de intentarlo porque es muy gratificante, créeme.
¿Por dónde empezar?
Debes disponer de algunos almácigos de lechuga que habrás podido cultivar por ti mismo si seguiste el paso a paso que compartimos para aprender cómo sembrar lechugas en bandejas.
¿Qué necesitas?
Además de los almácigos antes mencionados y un contenedor o maceta apropiada (tiene que ser de “boca” amplia y por lo menos de 30 cm de profundidad), es necesario que dispongas de un sitio que como mínimo reciba seis horas de luz solar. Piensa en ventanas o balcones , en eso no hay problema: la única condicionante es la cantidad mínima de horas de sol siendo ideal aquellas ubicaciones orientadas al sur en el hemisferio norte y al norte en el hemisferio sur.
La maceta o contenedor en cuestión, tiene que tener muy buen drenaje. Asegúrate de que siempre esté operativo y funcionando porque tendrás que regar generosamente y el agua debe circular siempre.
Acto seguido llena hasta la mitad la maceta, con suelo o mezcla de contenedor, es decir, que debe ser etiquetada específicamente para contenedores, el motivo es que generalmente contienen un mineral llamado perlita, que precisamente ayuda a facilitar el flujo de agua a través del recipiente al igual que el flujo de aire.
Dejando un espacio donde colocarás el pequeño cepellón que proviene del almácigo (estará listo para trasplantar si por lo menos tiene 4 a 6 hojas bien desarrolladas) . Llenar de nuevo el suelo de modo que la lechuga quede al ras y no comprimas exageradamente el suelo con las manos, apenas una caricia.
Agrega con suavidad un poco de agua para estimular la función radicular y ¡listo! Ahora prepárate para verlas crecer…
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