Si busca un jardín que con sólo contemplarlo entregue sensaciones de regocijo y paz interior, este es el adecuado.
Parece fácil: incorporando ciertas especies típicamente «orientales», podando y cambiando la posición de otras, respetando algunas formas y colores e innovando con detalles como piedras pequeñas, se puede dar un toque japonés al jardín, pero crear un auténtico jardín japonés no es tan simple, pues cada uno de sus componentes tiene una razón de ser, cada piedra tiene su significado y el resultado final es el reflejo de una filosofía.
¿Cuáles son los principios del «jardín japonés»?
El jardín japonés imita a la naturaleza; no pretende conquistarla ni destruirla. Sus características estéticas y el diseño paisajístico están relacionados con los elementos de belleza del budismo y el sintoísmo: la valoración de la edad, la transitoriedad, la imperfección, la fragilidad, la sencillez, la irregularidad, la calidad de incompleto, la modestia y el misterio.
Los jardines japoneses representan la geografía de gran escala reducida a proporciones humanas. Se comprimen las llamadas cualidades sensoriales de la naturaleza en espacios más pequeños.
Debido a las limitaciones de espacio, pueden ser jardines extremadamente intrincados y complejos, donde cada elemento es significativo.
Parte de su atracción la constituyen colores sutiles como los verdes, grises y marrones suaves -todos asociados con los elementos básicos de la tierra- que acercan al propósito básico del jardín: que el visitante se sienta como parte de la naturaleza.
¿De dónde surgen sus formas del jardín Japonés?
Existen diferentes estilos y diseños dentro del jardín japonés: los más comunes son aquellos de paseos y rincones, con pequeñas colinas y piedras que representan las montañas, y agua que sugiere a su vez océanos y lagos. En el lado opuesto está el jardín de estilo seco, con arena blanca que representa el océano y piedras que simbolizan colinas y hasta barcos en alta mar. El budismo zen influyó decisivamente en este último.
En los jardines con paseos, su escala pequeña estimula la contemplación en vez del ejercicio físico. Los senderos se tuercen y encorvan a fin de ocultar y revelar, y en ningún punto se cruzan cuatro caminos.
En los jardines secos (zen) no hay flores, césped, ni bordes. La imagen de movimiento y quietud del paisaje se crea mediante diseños de grava rastrillada, y la selección y colocación cuidadosa de composiciones de piedra que invitan a la contemplación y al pensamiento pacífico y meditativo.
¿Cómo se logra el efecto japonés?
Lo más determinante del estilo son los colores, texturas y formas, además de ciertas especies vegetales y accesorios decorativos -muy característicos- y su ubicación.
Los senderos de maicillo, piedrecillas blancas o rosadas y piedras redondas y regulares demarcando los espacios, de inmediato sugieren aires orientales. No así el pasto, en general prohibido.
Si el diseño contempla macizos arbustivos y florales, el ideal es que la tierra se cubra con una capa de cortezas (jardín de rincones) o piedras claras (jardín zen).
Si puede tener agua corriendo entre las piedras y un pequeño sendero atravesado por un puente será el sumum.
Las plantas deben ser de apariencia delicada, hojas pequeñas, poco frondosas y nada de invasivas: entre los árboles, destaca el ácer japónico, generalmente usado como punto focal, y el ciprés, conífera de mayor tamaño pero de ramas delgadas y muy espigado; el bambú aporta la nota exótica y no sólo se le puede emplear como corta muros, sino como manchón aislado rodeado de arenisca blanca o piedras. Entre los arbustos, indispensables son el junípero (conífera baja, que crece más horizontal que verticalmente), la Chamaeciparis-Thuja, otra conífera, de hojas verde claro y que se desarrolla a modo de capas. También calzan bien los mirtos y enebros.
Para quienes quieren color están las azaleas, pequeñas, siempre verdes, que se dan bien a la sombra del ácer y destellan vivos colores mientras éste se encuentra sin hojas.
El musgo-encaje (‘colchón de novia’) brotando entre rocas entrega verdor en ambientes más sombríos.
¿Cuál es el mejor lugar para tener un jardín japonés?
El estilo japonés no requiere necesariamente de grandes extensiones y puede desarrollarse en cualquier rincón del jardín, incluso en la terraza de un departamento.
El estilo zen se da especialmente bien en lugares soleados, despejados y de altura.
Los lugares sombríos y húmedos son especialmente indicados para el estilo japonés de rincones, ya que permite desarrollar un ambiente más íntimo que invita al recogimiento; además, algunas de las especies sugeridas -como las azaleas, bambú, ácer y coníferas bajas- se ven favorecidas en estas condiciones.
¿Requiere de muchos cuidados el jardín Japonés?
Una vez al mes hay que realizar labores de limpieza y recortes, aunque por lo general las especies compatibles con lo «japonés» son de crecimiento ordenado y poco explosivo. Sólo los bambús requieren vigilancia especial, para evitar la invasión de rebrotes desde el suelo.
Especialmente en el jardín «de rincones», debe mantener la humedad, con riego abundante en primavera y verano.
Para mantener y prolongar el toque típicamente oriental, preocúpese de eliminar malezas o plantas ajenas al diseño.
La terraza y los accesorios decorativos del jardín japonés
Con lo japonés combinan bien los muebles de madera, bambú o rattán en colores naturales y de líneas simples. Muy prácticos son los amoblados de rattán y PVC color miel, fáciles de mantener y de larga vida.
Para cojines, opte por lona en color crudo.
Elementos decorativos de apoyo: vasijas o fuentes de piedra lisas, con gemas semitransparentes o piedras regulares de distintos tonos cubiertas de agua; troncos desnudos, discos de tronco para los senderos, bambú seco, lámparas de papel o bambú, jaulas de bambú y velas, simbolizando los elementos de la tierra.
Es muy importante no sobrecargar los espacios.
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