Seguramente has escuchado este término por allí y quizá no tienes del todo claro su significado y alcance. Dedicamos este post a esclarecer el concepto.
Así como un acolchado cubre una cama y su función es preservar la temperatura y proteger sus ocupantes, acolchar un suelo tiene la misma finalidad. Por un lado es una técnica que procura cubrir la superficie natural del suelo con elementos ajenos a él.
Por supuesto en este caso hablamos de elementos naturales, que al entrar en descomposición ya comiencen a prodigar beneficios: serán ricos nutrientes que las plantas allí sembradas pueden absorber. Los materiales más comunes para acolchar son cortezas de pinos, pinocha (las acículas de pinos que caen naturalmente en otoño), paja y algunas hierbas.
Otra de sus ventajas es que son capaces de retener la humedad del suelo, evitando la evaporación prematura por lo que se reduce la necesidad de riego lo que significa ahorrar agua.
En época de frío tiene un par de beneficios adicionales que vale la pena señalar: a la vez que reduce el impacto de las heladas sobre el suelo (protegiendo las plantas con sistemas radiculares más superficiales) retiene el nivel de temperatura natural del mismo.
Por último, acolchando canteros alrededor de macizos florales, evitas el crecimiento de hierbas no deseadas.
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